Aceptar la No-Maternidad

Aceptar la No-Maternidad

Por probabilidad, habrás podido comprobar por ti misma que alguna de tus amigas ha decidido no ser madre. Cada vez son más las mujeres que así lo deciden y entre los motivos que yo he podido escuchar se encuentran los siguientes:

  • Dificultad en encontrar a una pareja que tenga un objetivo vital similar.
  • Priorizar la carrera profesional.
  • No desear querer descendencia ante la visión de un mundo cruel y hostil.
  • Abandonar los tratamientos de reproducción asistida tras consistentes fracasos.

Para algunas mujeres, es una decisión por la cual no han sentido que han tenido que reflexionar mucho. Lo han visto como otro camino vital a seguir y no les ha supuesto un dilema.
Para otras, la decisión ha sido más difícil de tomar porque se ven dentro de una sociedad que no les ampara, ni económicamente ni socialmente, por lo que se ven obligadas a renunciar a la posibilidad de ser madres. Muchas son las que, debido a no encontrar a una pareja adecuada, han ido posponiendo la decisión de ser madre y al final, tras intentar formar una familia monomarental a través de la reproducción asistida, no lo han logrado.

La sociedad tampoco pone fácil tomar dicha decisión. Porque espera de las mujeres que, llegada cierta edad, sean madres, se dediquen al cuidado de las criaturas, renuncien a su vida y a lo que han conseguido. Y muchas mujeres no están dispuestas a aceptar ese rol impuesto. Pero que tiene consecuencias a nivel emocional. En ocasiones me encuentro con relatos de mujeres en los que me dicen haberse sentido juzgadas por no tener hijos. Y muchas veces se han topado con la insensibilidad o ignorancia de otras personas al preguntar: ¿los hijos para cuándo?- sin tener en consideración los diferentes y diversos motivos por los que se decide no tenerlos.

La no-maternidad no es “ir contra natura”, no es “arrepentirse después por no haberlos tenido” ni tampoco es “capricho por querer tener una vida más cómoda”, es tener derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestras vidas.

Y también implica atravesar un duelo por aquello que se ha perdido. Porque toda elección supone una pérdida. Una pérdida que ha podido ser como consecuencia de una decisión tomada libremente. Pero también una pérdida no elegida.

Y éstas últimas son las que a veces me encuentro en consulta. Porque es inesperada, porque no encontramos explicación, porque nos resulta injusta. Y dolorosa. Dolor al tener que asumir que la vida nos ha puesto en jaque.

Rodearse de personas que comprendan y respeten nuestro malestar, nuestro dolor y nuestra pena es fundamental. Alguien que legitime lo que estamos sintiendo y que esté ahí a nuestro lado de forma incondicional.

La no-maternidad, elegida o forzada, también es acogida y abrazada en Mi Tribu Perinatal.

Navidad y Duelo

Navidad y Duelo

Las Navidades son una época del año que innevitablemente nos recuerda a los que no están con nosotros. Ese bebé tan deseado y buscado que no llega. Ese bebé que estuvo en mi vientre y no sobrevivió. Ese bebé que tuve y falleció cuando tenía unos meses. Mi hijo que murió cuando no le tocaba.

Las reuniones familiares, de compañeros de trabajo y amigos, las luces navideñas, los villancicos y el ambiente festivo nos traen a la cabeza a todas esas personas. Personas que para nosotros fueron y serán siempre importantes en nuestra vida. Es por ello que muchas personas puedan sentir tristeza y apatía cuando se supone que lo que debemos sentir es alegría y ganas de celebrar.

¿Y si dejaramos de autoexigirnos el estar «bien» cuando en realidad lo que queremos es conectar con lo que estamos sintiendo?

– Está bien si prefieres no ir a esa comida familiar y quedarte en casa.
– Está bien si quieres llorar la muerte de un hijo, amigo o familiar.
– Está bien si prefieres estar sola y no hablar con nadie.
– Está bien si piensas que no hay nada que celebrar.
– Está bien si quieres celebrar las fiestas teniendo presente a tu bebé estrella.
– Está bien que sientas tristeza cuando lo que toca es sentir felicidad.
– Está bien permitirnos sentir y transitar la pena de la manera que queramos.

Sea lo que sea, y sea como sea, estará bien.

Felices (o no) fiestas. Un abrazo.